Es equivalente la contribución de los mayores a las ayudas que reciben en situaciones de dependencia

¿Es equivalente la contribución de los mayores a las ayudas que reciben en situaciones de dependencia?

Saber si es equivalente la contribución de los mayores a las ayudas que reciben en situaciones de dependencia, además de ser algo prácticamente imposible de responder a ciencia cierta sin ser analista, economista y tener acceso a las cifras que el Estado maneja, es un imposible.

Sin embargo, es realmente necesario saberlo y, más aún, supondría alguna diferencia si la respuesta fuese “sí” o “no”?

Las ayudas son ayudas, no préstamos

Y es que una ayuda, sea del tipo que sea, se otorga, en un Estado del Bienestar como presume denominarse el nuestro, por el hecho de ser necesarias, sin que nada tenga que ver cuánto ha dado, da o puede dar el beneficiario.

Aunque es cierto que es ocasiones hay factores que condicionan la percepción y la cuantía de una ayuda, debido a que la demanda de esta es mayor a la partida económica destinada a ello, la verdad es que, de momento, vivimos en un país en el que, cuando nos encontramos en situaciones de necesidad, relacionadas o no con la dependencia diagnosticada, se nos ayuda en la medida de lo posible.

Esto es algo que tenemos que conocer y agradecer, dejando de lado el si nos sale lo comido por lo servido que, a fin de cuentas es lo que viene a preguntarnos, queramos admitirlo o no, si es equivalente la contribución de los mayores a las ayudas que reciben en situaciones de dependencia.

Dejando claro esto, que nos parece más que necesario, toca responder a la cuestión. Y siendo claros, no, una persona mayor no va a contribuir tanto como puede obtener de las ayudas para la dependencia.

Como para cada situación social, el Estado invierte partidas millonarias destinadas a conseguir con ellas recursos humanos, no humanos y prestaciones propiamente dichas.

Lo que cada persona con dependencia recibe es completamente diferente a lo que dispondrá cualquier otra, aunque hayan aportado y aporten, durante toda su vida, exactamente lo mismo a nuestro sistema.

Sus ayudas dependerán de su grado de dependencia, de su patrimonio y algún que otro requisito y, ello se traduce, al final del todo, en un importe, en moneda, que difiere entre cada uno.

¿La persona mayor contribuye al Estado?

Por lo general, una persona de edad, dependiente promedio, que se va convirtiendo en ello CON el paso de los años, no está ya aportando a la Seguridad Social de manera directa o como más evidentemente podemos imaginar, a modo de cotización, pues lo lógico es que se haya jubilado, casi seguro, recientemente.

Otras, de hecho, llevarán años que, además de no cotizar, perciben sus pensiones contributivas tanto por haber estado empleados como por viudedad, etc. Esto es, reciben otro tipo de ayudas no relacionadas con la dependencia.

Sin embargo, también hay un grupo, mucho más reducido, de personas mayores, que, por uno u otro motivo, aun pasando la edad de jubilación, siguen aportando, y mucho, a la sociedad en general y a la Administración en particular. Agricultores que tienen que trabajar hasta que su cuerpo no da para más, personas con vocación, con negocios propios…

Está claro que existe un desequilibrio entre lo que una persona, ya de edad, puede ofrecer, a nivel económico o, incluso vulgarmente dicho, como mano de obra, al Estado.

Sin embargo, tenemos que recordar todo lo que haya podido hacer en el pasado, con sus suculentas contribuciones, monetarias o no.

Es algo idéntico a lo que ocurre con las contribuciones de los jóvenes y adultos que cotizan actualmente. Cuando recibamos nuestras pagas de viudedad, nuestras jubilaciones o nuestras ayudas por dependencia u otras no estaremos aportando lo que recibimos, ni mucho menos, pero, en cómputo, podemos comprobar cómo hemos pasado años y años dando todo lo que correspondía. Y, repetimos, sin querer hablar de lo que no sabemos, entre retenciones, cotizaciones, rentas y demás, estamos seguros de que la inmensa mayoría de personas con dependencia ha pagado, con creces, lo que vayan a recibir en sus últimos años de vida, sean más o sean menos. Y aunque no fuera así, esa es la base de nuestro Estado de bienestar, en el que, se supone, se busca, como primordial, el bienestar de la población, sea al precio que sea, y nunca mejor dicho en este caso.