necesidades emocionales

¿Qué necesidades emocionales tiene una persona dependiente?

Por desgracia, en muchos casos, las personas que requieren de asistencia, sea por el motivo que sea, no ven satisfechas todas sus necesidades. Sí, hay quien va a hacer la compra, hay quien pone inyecciones, hay quien baña, viste y cambia pañales. Sin embargo, ¿todo eso es suficiente? ¿Nos fijamos en algo más que los resultados físicos, visuales y palpables a la hora de contratar a un cuidador? Todo lo indicado anteriormente es de gran importancia, ¡qué duda cabe! si bien, también es esencial tocar el interior de estas personas. ¿Sabes qué necesidades emocionales tiene una persona dependiente? ¿Sabes cómo satisfacerlas?

Necesidades emocionales que debemos trabajar con las personas con dependencia

Cualquier persona dependiente va a sufrir especialmente por dos circunstancias. Una es el no valerse por sí mima y que, con el tiempo, esa incapacidad es mayor hasta el punto de considerarse dependiente. La otra es la falta de integración en todo tipo de situaciones.

Falta de autonomía: trabajar la frustración

Como podrás imaginar, todas las carencias emocionales extra que llega a tener una persona dependiente vienen dadas por esa situación de dependencia.

Cuando te das cuenta de que eres incapaz de hacer algo te sientes frustrado. Cada vez te iba costando más y más y no te dabas cuenta, todo era normal. Sin embargo, llega un punto en que, directamente, es imposible. Puede que pienses que es algo puntual, que hoy te duele el hombro más de lo normal o que te has quedado en mitad de la escalera porque dormiste en una mala postura y no te responden los gemelos, por ejemplo.

Sin embargo, cuando el evento se repite, la cosa se pone difícil en nuestro interior. La limitación a nivel físico está ahí pero… ¿qué nos pasa por la mente? ¿No lo voy a poder volver a hacer? ¿Cuál es la alternativa? ¿Existe, de hecho, una alternativa? ¿Necesitaré ayuda siempre? ¿Quién va a querer tener esa carga y responsabilidad?

Te sientes frustrado por la merma de tus propias capacidades, por “ser menos” de lo que habías sido, por suponer un esfuerzo, por limitar la vida de quien te rodea e incluso hay quien piensa que por desagradar a quien cuida de ellos.

Si ahondamos más, tenemos el hecho de sentirnos cada vez peor por pedir ayuda constantemente, por entretener a alguien o quitarle horas de su tiempo de ocio, por ser una carga; así de claro.

No hablamos sólo de lo que ya no podemos hacer sino de lo que suponemos para los demás.

Y ni qué decir de esos tristes casos en los que las personas que se encargan del usuario no lo tratan con aprecio o incluso multiplican la mala sensación que este ya tiene de por sí de verse como un obstáculo o una pérdida de tiempo y esfuerzo para los demás. En efecto, hay personas muy poco consideradas, con empatía cero, que no sólo no ayudan a nivel emocional (lo cual es necesario) sino que afectan negativamente al dependiente.

Hay que trabajar, primero de todo, la autonomía, para evitar, en la medida de lo posible, que los “problemas” vayan a más. Será necesario, en todo momento, valorar todo lo que el usuario es capaz de hacer por sí mismo, de manera que su autoconcepto no se destruya y que podamos ir mejorándolo para que no sienta frustración y eso de “ser una carga”.

Compartir confidencias en largas e interesantes charlas es realmente terapéutico, de manera que tienes que dar con un cuidador comunicativo y empático.

Disfrutar los hobbies tiene triple función: diversión y pasatiempo, autonomía e incentivo para que la persona se abra para expresar cómo se siente, lo que le recuerdan, lo que suponen esas actividades…

Integración: buscando la igualdad

Derivado de lo anterior, tenemos que la persona se encierra cada vez más en sí misma, sintiéndose incapaz.

Esto supone que, poco a poco, se deje de hacer lo que no se puede hacer y también lo que sí. Aun siendo capaces, preferimos no ir a una comida popular, por si no podemos estar de pie durante toda la cola que se forme. Nos quedamos en casa en las fiestas del barrio porque participar en el concurso de chistes puede convertirse en una auténtica burla si nos ven espectadores inadecuados y no somos capaces de hablar lo demasiado rápido o nos quedamos en blanco. Y, como esto, todo.

Por ello, tanto familiares como cuidadores tienen que aunar sus esfuerzos para crear y descubrir situaciones en las que el usuario vaya a poder participar de la manera más similar posible al resto para que sus necesidades emocionales vayan reduciéndose y suaizándose hasta alcanzar el mayor grado de bienestar.

Primero serán entornos controlados en los que este se sienta más confortable y pueda desenvolverse bien y tener éxito en los objetivos propuestos.

Después, conforme la confianza en sí mismo aumente, ir llevándolo a formar parte de situaciones de la vida diaria que encontramos en todas partes.

Se trata, en cualquier caso, que con su autoimagen mejorada y el sentimiento de pertenencia, pueda disfrutar de cualquier situación con el máximo de igualdad.

Emociones, una necesidad que nos golpea a todos por igual

No debemos olvidar que, aunque tengan necesidades emocionales específicas nacidas de su condición, las personas dependientes son, también, eso, personas. Anhelan, temen, se erizan, sienten calidez y confort, se relajan, sonríen… Cualquier cosa que sientas tú la sienten ellos, y así debería ser.

Por este motivo, hay que procurar trabajar su condición de la manera más sutil pero ir a tope con las necesidades básicas del ser humano, compartir sensaciones y vivencias, no inhibirse por tratar con alguien un poco diferente en algún aspecto… Mostrarnos como somos y ofrecer lo que queremos que nos ofrezcan, en todos los aspectos.